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110 años del nacimiento de Lángara

El delantero triunfó en las ligas española, argentina y mexicana

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El 15 de mayo de 1912 venía al mundo en la localidad guipuzcoana de Pasajes Ancho, hijo de María y José, Isidro Lángara Galarraga, quien años después se convertiría en el mejor goleador español de todos los tiempos.
Tras el traslado de su familia desde Pasajes Ancho a la cercana población de Elgóibar cuando Isidro contaba pocos meses de vida, desde los siete años de edad el futuro goleador creció en Andoáin, donde pronto despuntó en el arte del balompié.
Su potencia de disparo y el tino cuando le pegaba al balón llamaban la atención de todos, primero en el Bildur Gutxi, equipo de Andoáin; después en el Esperanza, de San Sebastián; y más tarde en el Tolosa; antes de recalar en el Real Oviedo, donde comenzó su etapa profesional.
En el equipo de la capital de Asturias llegaría pronto a lo más alto. Se proclamó máximo goleador de Segunda División en 1932, ascendió con el Real Oviedo a Primera División en 1933, y las tres temporadas siguientes se alzó de modo destacado con el título de máximo goleador en la categoría de oro del fútbol español.
La guerra civil española de 1936 hizo que Lángara tuviese que continuar su carrera en América; triunfó en las ligas argentina y mexicana. En ambos campeonatos se proclamó máximo goleador en la primera división.
En 1946, regresó a su Real Oviedo y, a pesar de su edad, aún marcó un buen número de goles en Primera División. En 1948, debido a una lesión, colgó las botas. Dejó establecido el mejor promedio de goles por partido en la historia de la categoría, 1,17 tantos por encuentro. A día de hoy aún nadie ha podido superarlo.
La Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS, por sus siglas en inglés) considera a Isidro Lángara el mejor goleador español de todos los tiempos.
Hasta el final de sus días, en el año 1992, Lángara mantuvo unos intensos lazos sentimentales con la ciudad de Oviedo, donde tenía innumerables amigos a los que visitaba regularmente, y fue un oviedista más que estaba muy pendiente de la marcha de su equipo. En su honor, la puerta número 9 del estadio Carlos Tartiere lleva su nombre, al igual que lo hace la calle en la que se ubica el campo de fútbol del Real Oviedo.