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13 AÑOS EN LA ELÍTE (1988 - 2001)

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Cuando Vicente Miera retornó a la entidad oviedista en 1987 para entrenar de nuevo al conjunto que ya había dirigido en los años setenta, el planteamiento acordado con el entonces presidente José Manuel Bango era el de hacer un proyecto sólido que, a medio plazo, pudiese llevar a plantearse el salto de categoría con unas bases sólidas. Pese a ello el caso es que la temporada concluiría con los azules jugándose el ascenso en una promoción (sistema que volvía a aplicarse después de muchos años apartado) con el R. Mallorca. El 2-1 del partido de ida disputado en Oviedo —con un gol de Carlos cuando se jugaban los minutos de prolongación— unido al empate sin goles del encuentro de vuelta en las islas, significaron la vuelta de los azules a la 1.ª División doce años después.

El inesperado éxito hizo que la explosión de júbilo que se viviría en Asturias desbordase todas las previsiones. El centro de la región se vio colapsado con motivo del retorno del equipo, originándose una recepción que desbordó todas las expectativas, con varios cientos de miles de personas celebrándolo.

Aquel sorprendente ascenso sería el inicio de una prolongada estancia en la máxima categoría, hasta el punto de igualar la marca de trece temporadas consecutivas en 1.ª División de la época dorada de la entidad (en aquella ocasión con el lapsus provocado por la interrupción de la competición por la Guerra Civil y el posterior año de excedencia concedido al conjunto ovetense).Y no sólo se obtendría el logro de la permanencia, sino que se iba a alcanzar la clasificación para disputar una competición europea por primera vez en la historia (las anteriores clasificaciones de los azules en los primeros puestos habían tenido lugar cuando todavía no existían): la Copa de la UEFA en la campaña 1991/92, en la que el conjunto oviedista caería en primera ronda frente al Genoa italiano, con un gol en el último minuto del encuentro de vuelta en tierras transalpinas.

Sucedieron a esa exitosa temporada otras también brillantes que convivieron con aquellas en las que se obtuvo la permanencia con apuros (teniendo que recurrir incluso a la fase de promoción para salvarla en la 1997/98, enfrentándose a Las Palmas), si bien el equipo se mantuvo durante toda la década entre los mejores, vistiendo la elástica oviedista grandes jugadores de primer nivel mundial.En 1992 el Real Oviedo, como la mayoría de equipos españoles, se vio obligado a convertirse en SAD (Sociedad Anónima Deportiva). El capital inicial fue de 605 millones de pesetas.

La normativa en materia de seguridad en los recintos deportivos obligó a convertir las localidades de pie de los estadios en otras de asiento, con lo que la notable reducción de aforo del estadio Carlos Tartiere motivó la construcción de un nuevo campo. El Nuevo Estadio Carlos Tartiere, con 30.500 localidades, pasaría a ser el terreno de juego del conjunto carbayón desde la campaña 2000/01. Se inauguró oficialmente con un partido Real Oviedo – Partizán (0-2) disputado el 20 de septiembre de 2000, aunque tres días antes ya había sido testigo del choque liguero entre los oviedistas y Las Palmas.

Si bien los primeros meses tras la mudanza servirían para acumular una gran racha de resultados como local, con el cambio de siglo se confirmaron los negros presagios con los que había dado inicio la temporada con el lamentable fallecimiento en accidente del jugador azul Petr Dubovsky. Pese a no haber ocupado plaza de descenso durante casi toda la Liga, en la última jornada, con extraños comportamientos en otros campos de equipos implicados, una derrota en Mallorca —el mismo lugar donde se había obtenido el ascenso en 1988— iba a certificar el descenso a 2.ª División. Se ponía fin a trece temporadas consecutivas con los grandes, dando paso a la que iba a ser época más negra en la historia de una entidad que acababa de celebrar sus 75 años de vida.