La mañana de ayer fue altamente productiva dentro y fuera del terreno de juego. Aunque parecía que ya nada estaba en juego, la afición oviedista no defraudó y pobló en buen número las gradas de las modernas y acogedoras instalaciones de Zubieta. A las peñas desplazadas desde Asturias se unió la de Torrevieja, procedente de la Abbey Tavern, propiedad de Alfredo Diego. Sus cantos, banderas y pelucas se hicieron notar en Lasarte.
El equipo colaboró en buena medida, con alguna sorpresa en la alineación (Ponzo en la portería y el juvenil Alberto en la banda izquierda), anotando el primer gol tras dos minutos y medio de disputa. El debutante Alberto envió un pase en profundidad a Nacho García, que dentro del área batió por bajo al meta donostiarra.
Con una defensa adelantada y las líneas muy juntas, los nuestros mandaban sobre el césped, aunque la Real Sociedad B dejaba claro que es posiblemente el mejor equipo de este grupo de Segunda B, con un juego preciso, fresco y descarado.
Y fruto de ese juego llegó el empate a pies de Estrada, que batió a Ponzo en un lanzamiento colocado.
Tal vez ese gol hizo más daño del que debía, porque el Oviedo se desconcertó a partir del fatídico minuto 13 del empate y dejó llevar en exceso el juego a los donostiarras, que gozaron de alguna ocasión antes del descanso.
En la reanudación no cambiaron excesivamente las cosas y en el minuto 68 Díaz de Cerio acreditó su condición de goleador subiendo al marcador el segundo tanto de la Real B, tras recibir un pase de Oskitz.
Todo parecía perdido, pero el Real Oviedo sacó toda su casta y llevó a cabo un juego poco vistoso pero muy efectivo, aguantando al rival e intentando sacar provecho en sus jugadas de ataque. Así, llegó el gol del empate en el minuto 75, en un remate de Nacho García de cabeza a pase de Rubén. Y poco después, en el 82, fue Adrián, sustituto de Nacho García, quien batió a Ximun, para certificar una victoria merecida… un gol más que el rival lo demuestra.
