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LOS AÑOS DORADOS (1933-1950)

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La presentación en la máxima categoría iba a dejar claro que el paso por la 1.ª División no sería anecdótico. El equipo que dominaba con insultante superioridad a nivel regional adjudicándose todos los campeonatos de Asturias y suprarregionales que disputaba, comenzó su andadura entre los mejores recibiendo en Buenavista al Barcelona el 5 de noviembre de 1933, derrotándole por un contundente 7-3. Es el mejor debut de un equipo en la 1.ª División española y pondría de manifiesto las características principales que iba a tener el devenir del conjunto azul en los siguientes años: un extraordinario ataque (la línea formada por Casuco, Gallart, Lángara, Herrerita y Emilín sería conocida como la segunda “delantera eléctrica”, quizás la mejor del momento) unido a una excesiva facilidad para encajar goles.

Con la base que había logrado el ascenso y fichajes sonados como el de Herrerita al máximo rival regional, aquel equipo que nutriría habitualmente de jugadores a la selección nacional finalizaría su primera campaña con los mejores siendo semifinalista de Copa y sexto en Liga, clasificación mejorada en las siguientes con dos terceros puestos.

Cuando más próximo se veía que aquel conjunto que se codeaba en los primeros puestos obtuviese algún título nacional, la Guerra Civil española partiría de cuajo las expectativas, destrozando un conjunto llamado a alcanzar importantes logros.

Terminado el conflicto bélico, a la reanudación de las competiciones el equipo estaba muy debilitado por las pérdidas sufridas en el campo de batalla (hombres como Casuco o Chus perdieron la vida) y de quienes por motivos políticos estaban fuera de España (Lángara, Castro o Sirio). Además, las secuelas de los bombardeos dejaron destrozado el estadio de Buenavista, con lo que la Federación, en una medida sin precedentes, concedió a los carbayones una dispensa especial por la que se les permitía estar una temporada sin competir mientras reconstruían el estadio, reservándoseles la plaza para reincorporarse a la siguiente, a cambio de que sus futbolistas fuesen cedidos a otros conjuntos durante ese tiempo (por ejemplo Herrerita y Emilín, los más apetecibles, jugarían esa temporada con el Barcelona).

La reincorporación a la competición en la temporada 1940/41 sería dura, con un puñado de los jugadores del gran equipo anterior a la guerra retornados de sus cesiones con cuatro años más, salvando la categoría las dos primeras campañas con grandes dificultades. Pero después volverían las clasificaciones entre los mejores (dos veces cuarto y otras dos quinto) aunque sin alcanzar el nivel de los años treinta, siendo el espíritu del equipo el mismo: un ataque demoledor (surgió la tercera “delantera eléctrica”, integrada por Antón, Goyín, Echevarría, Herrerita y Emilín) que obtendría goleadas históricas (9-2 al Sabadell, 6-0 al Barcelona o 7-1 al Real Madrid entre las más destacadas), manteniendo la vulnerabilidad defensiva, algo que era tónica general en el fútbol de la época pero que en el caso de los oviedistas era muy acentuado.

Con Carlos Tartiere al frente de la entidad, rechazando suculentas ofertas por las estrellas del equipo a la vez que se realizaban incorporaciones, con incluso el regreso del añorado Lángara en 1946, se reharía un equipo que se codearía con los mejores en la zona noble de las tablas clasificatorias durante toda la década.