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FUNDACIÓN E INICIOS (1926-1933)

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Presentándose como inminente el inicio del Campeonato Nacional de Liga (en la práctica fue un largo proceso que no cristalizó hasta la temporada 1928/29, buscando consenso entre quienes defendían una Liga con un reducido número de equipos —los minimalistas— y quienes pretendían una mayor participación —los maximalistas—) se intensificaron las negociaciones para buscar la unión de los dos equipos de la capital. El objetivo era contar con un conjunto con potencial suficiente para subirse al carro de la nueva realidad que se avecinaba, con una competición liguera y el profesionalismo avanzando con paso firme, algo que se presumía imposible por separado tanto para el Stadium como para el Deportivo.

La figura Óscar Álvarez, favorable a la fusión, sería fundamental, lográndose que las comisiones gestoras de ambas entidades que se formaron, consensuasen las bases de un acuerdo que, tras ser aprobado por las respectivas asambleas, posibilitó que en la tarde del 26 de marzo se firmase el acta fundacional de una nueva sociedad que nacía bajo la denominación de Real Oviedo Foot-ball Club. Se adoptaron como sus símbolos los de la ciudad (el color azul y la Cruz de los Ángeles).

Bajo la presidencia de Carlos Tartiere desde el primer día, el objetivo era ambicioso, adaptándose a los nuevos tiempos que se presentaban en materia futbolística, una actividad que cada vez concitaba mayor seguimiento.La nueva entidad se presentó en sociedad disputando un partido con el Arenas de Guecho el 1 de mayo de 1926 (Justo marcó el primer gol).

Cuando en la temporada 1928/29 por fin se inicia el Campeonato Nacional de Liga, los ovetenses quedan encuadrados en la 2.ª División, tras eliminar en la primera ronda de clasificación para logar una plaza en la máxima categoría al Iberia de Zaragoza y caer en la segunda con el R. Betis, en la prórroga.

En dura pugna por la supremacía del fútbol asturiano con el Sporting, comienzan a lograrse los primeros campeonatos regionales mientras se intenta el asalto de la 1.ª División, que llegará en la temporada 1932/33 al proclamarse campeón después de vencer por 5-1 en el encuentro decisivo al At. Madrid (19/03/1933), ya en Buenavista, el nuevo y flamante estadio que sustituía al de Teatinos. Inaugurado el 24 de abril de 1932 con el enfrentamiento entre las selecciones nacionales de España y Yugoslavia, el campo vio cómo el debutante como internacional aquella tarde, el oviedista Isidro Lángara, anotaba el primer gol de su historia. Contaba con todo un hito arquitectónico, como era el de disponer de una tribuna de 100 m. de longitud cuya cubierta no tenía ninguna columna de sujeción que obstaculizase la visión del terreno de juego.

La línea atacante del ascenso, integrada por Casuco, Gallart, Lángara, Galé e Inciarte, sería bautizada como la “delantera eléctrica” por su facilidad goleadora, algo que se haría costumbre en los siguientes años, ya en la máxima categoría.