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Centenario blanquiazul

Los colores del Real Club Deportivo de Oviedo, uno de los conjuntos fundadores del Real Oviedo, fueron elegidos hace justamente un siglo

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Hace ahora ya un siglo, buena parte de los aficionados balompédicos carbayones animaba apasionadamente al conjunto blanquiazul de la ciudad, el Club Deportivo de Oviedo.

Fue fundado el Deportivo cuando la primavera de 1919 daba sus primeros pasos, las potencias implicadas en la Primera Guerra Mundial andaban aún por firmar los acuerdos de paz del conflicto y el deporte del fútbol todavía no había escrito muchos capítulos en Oviedo.

El acta constitucional del Deportivo fijaba que los colores de la nueva entidad serían el blanco y el azul, y así debería reflejarse en la insignia, la cual estaría constituida por franjas verticales de los citados colores.

También deberían mostrarse en el escudo del club las iniciales, C, D, O, en rojo, enlazadas. Y además aparecería en el emblema un gato negro como símbolo de agilidad y destreza.

Menos algún pequeño detalle, todo ello llegó a ser plasmado en el escudo del Deportivo, como se puede comprobar en las insignias de ese club que han llegado hasta nuestros días. Pareciera que el ágil y diestro gato hubiera decidido escaparse, pues no aparece en ninguna representación gráfica del escudo, del mismo modo que las iniciales no figuran enlazadas ni están escritas en rojo, aunque sí sobre un fondo de ese color. También se conservan representaciones del escudo del Deportivo en las que las iniciales de la entidad son mostradas sobre fondo azul.

Los socios fundadores del Deportivo se sumaron a la moda de las camisetas rayadas imperante en el fútbol de esa época. Y si su gran rival, el Real Stadium Club Ovetense, el equipo de las clases populares, vestía con rayas de color azul oscuro y amarillo oscuro, ellos lo harían con una especie de réplica, pero con rayas azules y blancas, y de tonalidades mucho más tenues y delicadas.

Al fin y al cabo, el Deportivo, cuyos socios eran mayoritariamente de clase acomodada, había surgido como contraposición al Stadium, y la rivalidad fue acérrima desde el primer instante en que coexistieron. Pero ambos conjuntos coincidían en que debían y deseaban llevar el azul, el color de la ciudad, en sus escudos y en sus camisolas. Estaban enfrentados pero, a fin de cuentas, eran hermanos, hijos los dos de la ciudad de Oviedo y de la pasión por el nuevo deporte que comenzaba a hacer furor.

Y la ciudad acabó por reconvenirlos y por convencerlos de que la dispersión de fuerzas en el fútbol carbayón no convenía sino a rivales de fuera del concejo ovetense. Y así, en otra primavera, la de 1926, se produjo la fusión entre ambos clubs; el de rayas azules y amarillas, el Real Stadium Club Ovetense, y el blanquiazul, que para entonces ya había adquirido el título de regio y ya se llamaba Real Club Deportivo de Oviedo.